domingo, 16 de febrero de 2014

Viaje a Marruecos (Año 2012)

ITINERARIO DEL VIAJE

Realizaremos 2.500 Kms durante 13 intensos días partiendo del puerto de Tánger-Med bajando por Chefchaouen, Atlas medio (Ifrane), Midelt, Errachidia, Erfoud, dunas de Erg Chebbi (Merzouga), Gargantas del Todra y Boumalne Dades, Gran Atlas, Marrakech y costa marroquí hasta llegar de nuevo al puerto de Tánger-Med.

Decidimos viajar a finales de Marzo aprovechando los días de Semana Santa para poder ampliar la estancia en Marruecos, había leído en otros blogs que junto con el mes de Abril es la mejor época para conocerlo.

Primer día: Talavera de la Reina - Algeciras: 591 Kms.

Salimos por la mañana tranquilamente sin prisas, el tiempo no acompañaba mucho pero según íbamos bajando hacia el Sur la temperatura subía y se hacía más agradable, sin el menor contratiempo llegamos al hotel que habíamos reservado previamente y dejamos nuestras maletas, nos duchamos y buscamos un lugar para cenar. Encontramos un pequeño bar a las afueras de Algeciras donde nos atendieron muy amablemente y el pescaito frito estaba de rechupete a un precio excelente.
 
 
Segundo día: Algeciras - Tánger Med - Chefchaouen: 170 Kms.
 
El día siguiente desayunamos en ese mismo lugar porque nos había gustado mucho.
El hotel estaba muy cerca del puerto,  desde la habitación había unas bonitas vistas a la bahía de Algeciras, nos pasamos a primera hora de la mañana y compramos los billetes, como el Ferry no salía hasta más tarde, nos fuimos a conocer la ciudad y al cabo de un par de horas estábamos embarcando  rumbo a Tánger.
 
Vistas de la bahía de Algeciras desde el hotel
 
 
 El trayecto duró más de lo normal porque el barco tenía problemas debido al viento fuerte que soplaba y tuvo que estar dando vueltas hasta que llegó el práctico y pudo ayudarlo a atracar. La tramitación de los papeles para entrar en el país fue rápida, nosotros llevábamos los documentos ya rellenados con las fotocopias hechas y todo y al final no sirvió de mucho porque tuvimos que rellenar otros papeles diferentes.
 
Entrando al Ferry

En el Ferry llegando al puerto de Tánger
 
Práctico ayudando a atracar el barco
 
Después de tres horas llegamos a Tánger-Med y pasamos por diferentes garitas con policías donde nos sellaban el pasaporte. Una vez realizados todos los trámites salimos del puerto, muy moderno por cierto, y nos disponemos a circular por carretera. El cambio que encontré al salir del puerto fue brutal, gente de todas las edades andando por la carretera, coches que se caían a trozos circulando a duras penas, dos o tres accidentes, burros y mujeres subidas a éstos andando por el arcén, yo no salía de mi asombro. Por error entramos en una autopista de peaje y no nos aceptaban Euros, aún no habíamos cambiado la moneda, menos mal que una amable señora se bajó del coche y nos cambió unos cuantos euros en dírhams (moneda marroquí).
 
De camino a Chefchaouen paramos a cambiar dinero para no tener problemas, ya que en España no era posible y tienes que hacerlo una vez estás dentro del país, o por lo menos esto es lo que a nosotros nos dijeron. Fuimos a un banco y le comentamos al señor la cantidad que queríamos cambiar, de repente, nos meten en una sala y nos dan un té a la menta (buenísimo), nos trataban fenomenal, con nuestro aire acondicionado y todo. Al cambiar casi todo el dinero de una sola vez, el hombre se presenta con un montón de billetes y apenas nos cogían en la chaqueta, además olían fatal y estaban muy usados, muy viejos, pero bueno, al fin y al cabo, billetes. Éramos millonarios, jejejeje, pasamos unas buenas risas y con nuestras chaquetas bien abultadas nos montamos  en la moto y a eso de media tarde llegamos a Chaouen. Nada más entrar me quedé asustada, no podíamos pasar por la calle, pues había un mercadillo, que eso les encanta y estaba todo lleno de gente y puestos de ropa, animales, coches que se cruzaban, etc, etc.

A pocos metros de allí se encontraba nuestro hotel, muy cerca de la Medina. Era muy bonito y el personal de éste muy atento. Aunque nos dijeron que el alojamiento tenía parking privado, éste consistía en dejar la moto en la calle a la intemperie, cosa que a Javi no le gustaba un pelo, teníamos un vigilante que hacía noche cuidando de los vehículos con un perro sarnoso que ladraba continuamente, pero era muy gracioso, porque justo antes de bajar por la mañana temprano le echó una manta a la moto y cuando llegamos para cogerla nos dijo todo modosito que la moto había estado cubierta durante la madrugada y era mentira pues desde la ventana del hotel le vimos cubrirla y además estaba mojada por el rocío de la mañana. Me hace gracia porque en todo momento intentan engañarte de alguna manera u otra.

Entrada a la habitación del hotel

Hotel de Chefchaouen

La tarde la aprovechamos para pasear y conocer una de las ciudades más bonitas del norte de Marruecos. Es muy divertido perderse por las tranquilas callejuelas de su pequeña medina y subir a su torreta desde donde tienes unas vistas espléndidas de la ciudad. Cenamos el típico y delicioso Tajín de verduras y cordero con ciruelas en un pequeño restaurante del centro. Por la noche regresamos andando al hotel.

Medina de Chaouen (Norte de Marruecos)

Zoco en la Medina de Chaouen

Pequeño y encantador hotel en la Medina

Plaza Outta con su Cedro

Vistas de Chaouen desde la torreta
 
Coca-Cola Marroquí


Vistas de Chefchaouen

Después del suceso de la manta nos fuimos riendo recordando lo pícaros que son y de como intentan engañar a los viajeros por algún puñado de dírhams.

Tercer día: Chefchaouen - Fez: 206 Kms.

Empezamos a rodar por carreteras secundarias del norte de Marruecos y el paisaje es muy verde y frondoso, vemos pocos coches y mucha gente en carros, burros o andando. El coste del carburante es mucho más barato que en España pero para los marroquíes debe ser prohibitivo, por este motivo, la mayoría se desplaza en estos medios o bien en furgonetas con mucha gente acoplada en el techo.







En algunos tramos la carretera pasa del asfalto a camino de tierra, atravesando arroyos, piedras o socavones, por tanto, agradecemos que la moto sea trail y no deportiva.

 
 
A pesar de estas cosillas, tiene su lado divertido y aventurero, no todo va a ser idílico. De todas formas, Marruecos se está occidentalizando cada vez más y se están construyendo nuevas y buenas carreteras, pero en las zonas rurales del interior aún quedan muchas cosas por hacer y la gente es diferente a la de las grandes ciudades, pero eso, a su manera, también ocurre en España.

Cruzamos estas pistas de tierra y del traqueteo del camino, llegando a Fez se nos desajustó el espejo izquierdo y se hacía un poco molesta la conducción porque este bailaba de un lado a otro,  paramos en el arcén para solucionarlo y rápidamente la gente nos preguntaba qué ocurría y si podían ayudarnos, en ese sentido son muy amables.


Solucionamos el problema en un periquete y seguimos circulando sin el menor problema, a pocos kilómetros de Fez pudimos ver la magnitud de esa ciudad, es inmensa.

Casas de adobe en las cercanías de Fez



Vistas de Fez
Después de dar  mil vueltas por la ciudad encontramos el Riad (Casa típica marroquí) muy escondido y en un lugar muy tranquilo. Aquí si pudimos guardar la moto en el jardín de la casa, menos mal. Hacemos el check-in y le preguntamos a la amable señorita los lugares de mayor interés de la ciudad, ella nos informa que es preferible dejar la moto en el hotel y coger un taxi hasta llegar a la Medina. Gracias a Dios que le hicimos caso, fue meternos en el centro y pareciera que hubiera habido una guerra, calles sucias y malolientes, tendido eléctrico colgando, las alcantarillas del agua arrancadas de cuajo, gente pidiendo, motos, carruajes y animales circulando compartiendo la calle, gente y más gente por todos lados. Por otra parte, el acoso era tal que ya cabreados tuvimos que contratar al primer chico que vimos para que nos dejaran en paz. Sólo nos dio tiempo a ver el barrio de los curtidores y el de los artesanos ceramistas, pues se nos hizo de noche y allí no había quien parara. Le invitamos a cenar y después avisó a un coche que no era taxi ni nada para que nos llevara al hotel. Era de película, de repente me veo sentada en las piernas de una señora que viajaba con una niña y una cabra, al otro extremo Javi y delante con el señor iba Zacarías, nuestro guía ilegal. El coche (Un Mercedes marrón del año la polca) hacía de taxi, también ilegal y ahí si pasamos realmente miedo, nos pusieron la música a todo trapo y pensamos que nos raptaban y todo. Dimos un montón de vueltas a la ciudad sin encontrar el hotel, yo quería abrir la puerta y tirarme directamente a la carretera, hasta que por fin vimos la fachada de nuestro alojamiento y se nos abrió el mundo. Con la aventura de hoy ya tenía bastante, no quería vivir nada parecido en lo sucesivo. Javi llegó al hotel descolorido y lo celebramos con un té a la menta por estar vivos.

La Medina de Fez.
Es la ciudad islámica habitada más grande del mundo y el medio urbano sin coches más extenso del planeta.












 
Javi y Zacarías, nuestro guía en Fez
 
Barrio de los Curtidores en la Medina de Fez
 
Barrio de los artesanos ceramistas a las afueras de la Medina
 
Es muy interesante verles trabajar, se necesita mucha precisión y maña porque colocan las piezas de mosaico una a una formándolas previamente en el suelo. 
Cerámica de Fez
 
Una exquisita merienda en Fez con nuestro guía Zacarías
 

Llegando al Riad sanos y salvos después de la aventura
 
Cuarto día: Fez - Ifrane - Midelt - Errachidia - Rissani - Erfoud: 530 Kms.
 
Salimos de Fez un poco desorientados y nos pusimos rumbo hacia Ifrane situada en el Medio Atlas, el paisaje cambia radicalmente y nos encontramos ante un pueblo precioso de montaña con parques, lagos y casas de estilo alpino, por ello se la conoce como la Suiza de Marruecos y circular por su bosque de Cedros es una experiencia gratificante.
 
Ifrane - Medio Atlas y su bosque de Cedros.

 
Salimos del bosque de Cedros y de repente el paisaje se despeja completamente, estos cambios tan radicales me dejan perpleja, cada pocos kilómetros tienes vistas completamente diferentes pero muy bellas, circulamos por carreteras solitarias con buen asfalto y el tiempo nos acompaña pues vamos bajando hacia el desierto.  
 
En ruta hacia las puertas del desierto, Erfoud



Subida al puerto Col du Zad
Yo me preguntaba de dónde salía la gente, en un puerto de montaña solitario donde aparentemente no había nadie, ni coches, ni ruido, te disponías a hacer aguas menores y allí aparecían hasta debajo de las piedras un puñado de niños pidiendo dírhams, caramelos, camisetas, etc. Desde luego la intimidad en Marruecos no existe. Si quieres un lugar donde disfrutar con tu pareja este país es el menos indicado, no te dejan ni a sol ni a sombra, jejejeje, hay que saber llevarlo de la mejor manera posible, si no, estás perdido y el viaje se puede ir al garete.
 
Pasando este puerto comenzamos a ver pueblos con casas de adobe, sencillos y austeros.
 

 
Entre Rissani y Erfoud el paisaje es espectacular, pues atravesamos el maravilloso valle del Ziz y Tafilalt, el río Ziz baja desde el Alto Atlas y alimenta un palmeral de Tafilalt que se extiende a lo largo de su cauce. Más de 20 kms. de palmeral rodeado de montaña marrón rojiza, el contraste es magnífico, pues las casas del mismo color se funden en la tierra.
 
 

El paisaje es espectacular y las vistas sobrecogedoras, la carretera se hace sinuosa y el asfalto es magnífico. 
Tramo muy bonito de carretera, desde Rissani hasta Erfoud.
Palmeral del valle del Ziz
 
Casas típicas en el palmeral de Tafilalt

A última hora de la tarde llegamos a Erfoud y nos costó encontrar el hotel, pues se situaba a las afueras de la ciudad. Se trataba de una Kasba muy bien acondicionada con la decoración típica marroquí. Lo que menos me gustó fue que nada más llegar comenzaron a agobiarnos con los viajes en 4x4 por las dunas del desierto, nosotros no estábamos interesados porque el día siguiente nos alojaríamos en Merzouga, se lo hicimos saber y lo único que conseguimos fue cabrearnos aún más porque no dejaban de insistir. Para relajarnos un poco nos dimos un baño y fuimos a buscar un sitio donde cenar. En el pueblo no nos dejaban tranquilos, el acoso era bestial y a mí me daban ganas de llorar, menos mal que encontramos una agradable pizzería al estilo marroquí donde nos atendieron muy amablemente y un sitio muy visitado por moteros, lo supimos porque en la puerta de la entrada había muchísimas pegatinas de diversos moto-clubs.
 
Kasba en Erfoud


Entrando a la pizzería motera
 
La noche en el Riad la pasamos muy movidita, resulta que una de las salas era compartida con la habitación de enfrente y la nuestra. A las 4 de la madrugada oímos voces hablando en árabe y la sombra de unos pies justo delante de nuestra puerta de la habitación, el pasamanos se movía y hacían intención de entrar. Me levanté de la cama como un resorte y me fui directamente al cuarto de baño, a Javi no le dije ni pío pero el también se despertó. Estuvieron así durante unos minutos y al ver que la puerta no abría cesaron. Soy una miedosa, lo reconozco, pero me entró gastroenteritis y todo. En resumidas cuentas, los hombres se levantaron temprano para hacer una ruta por el desierto y se equivocaron, pasaron por la sala y querían salir por nuestra habitación hasta que se dieron cuenta que por ahí no podían pasar, pero nos hicieron vivir un rato que no se lo deseo a nadie.
 
Quinto y sexto día: Erfoud - Merzouga (Dunas de Erg Chebbi): 55 Kms.
 
Tuvimos que pagar unos dírhams a un chiquillo para que nos sacara de Erfoud y nos condujera hacia Merzouga. Ya sabes, ellos te ayudan a base de dírhams.....
 
Pasamos por unas interesantes canteras de mármol negro y fósiles, hay numerosos puestos vendiendo estos materiales.
Decidimos llegar a Merzouga por pistas, en el hotel de Erfoud nos dijeron que no se podía pero yo había leído en otros blogs que sí se puede hacer sin problema lo que pasa es que ellos quieren que contrates los viajes en lugar de hacerlo por tu cuenta como era nuestro caso.
Lo pasamos genial, de repente, te encontrabas rodeado de tierra y nada más, cielo y tierra y nosotros dos montados en nuestra moto, espectacular. A lo lejos divisábamos camellos que caminaban lentamente por las dunas. Me dejó impresionada, fue alucinante la sensación de libertad y paz, no lo olvidaré jamás.
 


 
Como salimos muy temprano de Erfoud y sólo distaban 55 kms. hasta Merzouga llegamos antes de tiempo y la habitación no estaba preparada. El personal del hotel era amabilísimo, nos colocaron nuestras maletas en una sala y nos pasaron a un patio ofreciéndonos té y unas pastas. Aquí no nos acosaron ni agobiaron, todo lo contrario, se deshacían en favores.  El Riad (Mamouche) estaba situado justo frente a las Dunas de Erg Chebbi, el emplazamiento era magnífico y tenía una terraza desde donde veías el desierto, al atardecer las vistas eran espectaculares, no puedo describirlo.
La comida en el Riad era económica y muy buena, recomiendo este alojamiento 100%.
 
Riad Mamouche en Merzouga

Vistas del Riad desde la terraza

Vistas a las Dunas de Erg Chebbi desde la terraza del Riad
 
Decidimos realizar una excursión a pie y subir a la Gran Duna, el tiempo estaba un poco tormentoso pero aún así salimos. La subida por la cresta de la Duna fue rápida y nos plantamos en la cima para poder ver con nuestros propios ojos lo espectacular que es el paisaje. Por la tarde, cuando el sol se va poniendo el color se vuelve dorado a rojizo y se crea un ambiente misterioso. Nunca había estado en el desierto pero ese mismo día viví dos experiencias únicas, esa y una desagradable tormenta de arena que llegué al hotel con dos o tres kilos de tierra en bolsillos y calcetines. Los dueños del Riad nos comentaron que durante la tormenta no se veía la Gran Duna y precisamente nosotros veníamos de allí.
 
 


Gran Duna de Erg Chebbi

 
Después de la tormenta de arena
 
Cenamos en el hotel pues desplazarse a los pueblos de alrededor era difícil por no haber carretera, sólo caminos de tierra, además no había muchos restaurantes y la cocina del Riad era muy buena. El té (exquisito en cualquier zona de Marruecos) lo tomamos en el ático, el silencio, la noche con una temperatura tan agradable y las maravillosas vistas hacían del lugar un remanso de paz.
 
El día siguiente lo dedicamos a visitar los alrededores y conocimos a unos chiquillos entrañables que nos contaron historias de los bereberes y como vivían ellos el día a día en este lugar. Les compramos algunos collares y jaboneras de mármol negro y se pusieron tan contentos, Javi les dio una vuelta en la moto y estaban como locos, les regalamos galletas y refrescos, solamente verles así de felices aún más lo era para nosotros. No tienen nada y sin embargo se divierten y disfrutan de las cosas más sencillas, es muy diferente a lo que ocurre en nuestro país.
 





Día 7: Merzouga - Gargantas del Todra - Dades - Ouarzazate: 362 Kms.
 
El sur de Marruecos es precioso, gargantas, valles, desierto, en definitiva, paisajes que quitan el hipo como la maravillosa carretera con espléndidas vistas y pueblos pintorescos que nos llevarían a las espectaculares Gargantas del Todra encajonadas entre moles de piedra de una altura vertiginosa. En sus paredes verticales se practica la escalada.
 
Algunos obstáculos en la carretera
 
En las  zonas más rurales las mujeres van cubiertas de los pies a la cabeza y son muy reacias a que les hagan fotografías. Es importante ser discretos o preguntar si le importa que le fotografíen.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

Espectaculares vistas en las cercanías de las Gargantas


Pueblos pintorescos en los alrededores de las Gargantas
El recorrido hasta las Gargantas es realmente precioso con vistas panorámicas de cine, ya que la carretera discurre por un valle repleto de palmeras, cultivos y antiguas aldeas de adobe.  
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Al llegar a las Gargantas del Todra te quedas sin aliento,  pasas por un cañón entre paredes verticales de 300 metros de altura y la anchura entre 10-20 metros en su punto más estrecho.
 
 
 
 
Es importante consultar el tiempo previamente ya que una tormenta inesperada puede jugarte una mala pasada dentro del cañón. A nosotros nos llovió el día anterior y en algunos tramos había unos charcos imponentes de agua rojiza, con lo que cruzamos con bastante precaución.
 
Igualmente, el trayecto que va desde las Gargantas del Todra hasta Boumalne Dadés es idílico.
 
 


 
Dicen que estas gargantas son menos espectaculares que las del Todra, pero yo no estoy muy de acuerdo con eso, el paisaje es maravilloso y el ascenso por carretera es espectacular. 
 

Gargantas del Dades (Boumalne Dades)
 
Llegamos a Ouarzazate anocheciendo y tardamos en localizar el hotel, no estábamos para dar muchas vueltas pues el día había sido bastante duro. Se trataba de un edificio en las afueras de la ciudad, creo que se llamaba Hotel Ouarzazate y calidad precio espectacular, 20€ habitación doble con desayuno, eso sí no esperes lujos por ese precio, habitación pequeña con baño pero muy limpia, genial para pasar una noche, el chico joven que lo regentaba era muy agradable y nos ofreció tomar un té con él y hablar de nuestra experiencia por Marruecos.
 
Conocida como el "Hollywood de África".
La visita de los estudios Atlas es totalmente recomendable y supone un paseo a lo largo de la historia del cine. Películas como la Joya del Nilo, Asterix y Cleopatra o Los Diez Mandamientos fueron rodadas aquí.
 
Ouarzazate nos pareció una ciudad más moderna y la gente no te acosaba. En la plaza de la fotografía hay una pastelería de gran tradición y sus dulces de frutos secos entre otros son deliciosos.
 
 

Tienda típica de especias y de todo un poco
 
Días 8 y 9 Ouarzazate - Kasba Ait Benhaddou - Puerto Col du Tichka - Marrakech: 200 Kms.
 
El trayecto desde Ouarzazate hasta Marrakech es precioso, la primera parada fue Ait Benhaddou, Kasba de adobe rojo que ha aparecido en películas como Lawrence de Arabia, Jesús de Nazaret, la joya del Nilo o Gladiator. Es una maravilla y merece una visita.
 
Kasba Aït Benhaddou

 
 
Continuamos dirección al Gran Atlas y pasamos pueblos pintorescos con casas de adobe rojo escondidos en verdes valles y sobre un cielo azul despejado, la mezcla de colores era magnífica y no dejábamos de hacer fotos aquí y allá disfrutando como dos niños. El paisaje iba cambiando cada nada, de tierras rojas sin apenas vegetación a montañas de manto verde parduzco o frondosos árboles de un verde oliva oscuro, un festín para nuestros sentidos.
Os dejo unas imágenes para dar fe de ello.
 
 


Vistas del Gran Atlas


Impresionante la subida a este puerto, las vistas son espectaculares y las curvas alucinantes. Es para saborearlo y disfrutarlo de veras.

Gran Atlas

 
 
La bajada perfecta, carreteras buenas, curvas divertidas y paisajes de película es lo que te espera hasta la llegada a Marrakech.
Después de haber conducido por carreteras solitarias, tranquilas y apacibles nos metemos de lleno en la ciudad y aquello parecía un galimatías de tres pares de narices, cada uno circulando por donde podía, peatones, carros, coches, animales, sin embargo parecía un caos organizado porque no se estorbaban los unos a los otros ni se daban golpes, era todo un logro. Luego terminas por acostumbrarte, en fin, como a cada llegada nos costaba mucho encontrar el alojamiento y esta vez tuvimos que preguntar a unos policías que muy amablemente nos acompañaron al Riad. Menos mal que este también tenía parking privado según decían en booking, menudo engaño eso del parking privado, la pobrecita GS tuvo que pasar los dos días que estuvimos en Marrakech en un aparcamiento público de mala muerte, dándole un sol de justicia durante todo el día y por la noche al sereno. Eso sí, la moto pasaba desapercibida, luego te das cuenta que no hay peligro alguno de robo, o por lo menos eso fue lo que yo sentí.
 
Cuando entras en los hoteles notas un cambio brutal, muchos de los Riad son propiedad de europeos que los han comprado y los han restaurado siguiendo la arquitectura típica del país. Son preciosos y reina una paz y tranquilidad comparado con el bullicio de la ciudad.
Este de Marrakech en concreto lo regentaba un chico marroquí y creo que Javi le gustó porque no dejaba de mirarle y sonreírle de manera sospechosa, además le cogió el equipaje mirándole y a mí de dejó allí plantada con el resto de las maletas, no se si será porque lleva la cabeza afeitada, pero suele atraer a los de su mismo sexo, jejejeje.
 
Os dejo unas fotos de Marrakech........
 
 
Así llegó la moto después de la lluvia del desierto y la tierra rojiza de algunos tramos de pistas. Nunca había estado tan sucia.
 
 
 
El hotel se encontraba muy cerca del centro y fuimos paseando hasta la plaza Djemaa el -Fna.

Es muy divertido perderse por los zocos de Marrakech y regatear hasta el último dírham para llevarte un recuerdo.
Marrakech es una de las cuatro ciudades imperiales de Marruecos y ofrece al viajero tanto visitas culturales como diversión.   


La Plaza de Djemaa el-Fna es una de las más concurridas del mundo y en tamaño es enorme, allí se encuentran acróbatas, cuenta-cuentos, músicos, vendedores de agua y numerosos puestos de especias con un olor muy peculiar que a mí me gustó. Por la noche se llena de puestos de comida, está  muy iluminado y es maravilloso sentarse en una de sus pequeñas terrazas a cenar pescado y otras exquisiteces.
Las terrazas de los bares se encuentran en la planta de arriba y ofrecen unas vistas privilegiadas de la plaza.
 
Deliciosos pescados fritos, echamos en falta la cerveza pero bueno...

Se tiraron el rollo y nos invitaron a un té a la menta, que majos.

No podía falta en la Plaza el encantador de serpientes
 
Día 10: Marrakech - Essaouria: 177 Kms.
 
De camino a Essaouria encontramos algunas curiosidades en la carretera, como ésta.
 
 
Paré a hacer una foto y se venía hacia mí diciendo dírhams, dírhams!!!!!!
 
En la carretera veíamos vehículos que transportaban animales y personas al mismo tiempo, el trayecto fue divertido y entretenido.
 
 
 
Llegamos a Essaouria y lo primero que hicimos fue localizar al dueño del Riad donde nos íbamos a alojar, éste se encontraba en la Medina y no podíamos acceder con la moto, por tanto, otro engaño, pues nos confirmaron que el alojamiento tenía parking privado y este consistía en un aparcamiento al aire libre en un dudoso barrio fuera de la Medina. Hablamos con el dueño y nos buscó un garaje que era un taller mecánico.
A media mañana dimos un bonito paseo por el puerto marítimo y su lonja, había un ambiente animado y la gente compraba pescado en los puestos, muchos de estos puestos consistían en papeles, cajas de madera o trapos tirados en el suelo, muy curioso, desde luego.
 

Al puerto de Essaouria se accede por la monumental Puerta de la Marina de estilo Neoclásico.


Muralla de Essaouria




Subasta de pescado
En la lonja de Essaouria se puede ver como fabrican barcos tradicionales de madera. A la entrada del puerto se puede visitar la subasta de pescado.
 
Ver tanto pescado nos abrió el apetito y en las inmediaciones había chiringuitos donde te hacían una fritura de pescado fresco, nosotros lo probamos y estaba riquísima, eso sí, los platos y el lavabo que tenían al aire libre tenía más mierda que el palo un gallinero, pero cuando uno tiene hambre y si es de buen comer como nosotros, no hacemos ascos a nada.
 
La comida muy buena y el personal muy agradable y simpático

Javi hizo buenas migas con el cocinero
La tarde la dedicamos a recorrer la Medina y el zoco, la verdad es que la ciudad es muy bonita y merece la pena una visita.
 
Murallas

El regateo se nos daba de miedo y compramos una bonita alfombra.
Murallas de Essaouria
Bonita forma de presentar las especias
¿Alguien se anima?

Zoco en obras
El Riad en el que nos alojamos era muy bonito, recuerdo que se llamaba Les Terrasses de Essaouria y su situación era privilegiada en el centro de la Medina. Las habitaciones eran enormes y el desayuno lo ponían en la preciosa biblioteca. La tranquilidad y el silencio eran un remanso de paz.
El precio no era caro, sin embargo la comida sí,  por eso decidimos cenar en el zoco.
 
Javi con su chupa de cuero moruna



Terraza del Riad desde donde se divisa toda la Medina

 
 
 
 Día 11: Essaouria - El Jadida: 258 Kms.

Este lado de la costa hasta El Jadida ofrece unos paisajes espectaculares con unos acantilados y playas de dunas y arena fina.

En este lugar nos paró la policía y nos hizo bastantes preguntas acerca de donde veníamos y hacia donde íbamos pero todo fue rutinario, eso sí, tenían puesto en el suelo una barra con pinchos de hasta 40cm de altura que cualquiera se les escapaba.
Nos comentaron que celebraban una fiesta y lo pudimos constatar  ya que el otro lado del río estaba lleno de gente asando corderos y se oía música. Había muy buen ambiente. 
Acantilados de la costa marroquí

La moto iba más cargada que nunca y eso que Javi es de los que se niega a llevar más peso de lo debido, pero compramos una alfombra, dos chaquetas de cuero, un bolso grande y otros recuerdos. Tuvimos que preparar un paquete con una bolsa de basura negra al estilo marroquí y así volvimos a España. 
Acantilados de la costa marroquí

La carretera estaba invadida por la arena de la playa



Disfrutando a tope de las vistas que ofrecía la costa marroquí llegamos a otra ciudad portuaria, El-Jadida con gran influencia portuguesa. El Riad que reservamos era realmente bonito y estaba regentado por una pareja francesa que llevaba muchos años viviendo en la ciudad. Éste sí tenía un pequeño aparcamiento en la casa de al lado pero para meter ahí la moto se necesitaba contar con mucha maña. Nos arreglamos un poco y nos fuimos a dar una vuelta por la Medina, a la hora de comer encontramos el restaurante que nos recomendaba la guía Loney Planet y no nos defraudó, El Chiquito era un lugar de gran tradición, la decoración tenía solera pero la comida estaba muy buena, sin grandes lujos pero era muy económico, lo recomiendo.
 
Murallas de la ciudad colonial portuguesa.


El mercado de El-Jadida está abarrotado de pequeños puestos de deliciosas frutas como las fresas y todo tipo de hortalizas.
Día 12: El Jadida - Tánger: 436 Kms.
 
A medida que subíamos hacia Tánger el tiempo se volvía más frío y comenzó a llover, las carreteras eran muy buenas pero la velocidad era un punto muy importante a tener en cuenta. En todas las carreteras principales del país hay que prestar especial atención a la velocidad, pues vimos bastantes coches parados que habían sido multados por la policía.
La llegada a Tánger fue un poco caótica y pudimos volver a sentir el acoso que sufrimos en otras ciudades, la paciencia ya se iba agotando, eso fue lo que peor llevamos del viaje el constante acoso al viajero o turista.
El hotel reservado estaba muy cerca del centro, por tanto, la moto la dejamos en el parking y nos fuimos andando para visitar su casco histórico. No me preguntéis por qué pero a cada sitio que he ido a comer había gatos, sí, gatos merodeando, rozándote las piernas, gatos por doquier, ¿a qué se debe? no me gustan los gatos, joder y los he tenido hasta en la sopa.
 
Colocando todo lo que habíamos comprado. Quién nos manda a nosotros que somos de llevar las maletas casi vacías.
Tánger




 Día 13: Táger - Algeciras - Talavera de la Reina: 615 Kms.
 
A primera hora de la mañana salía el Ferry hacia Algeciras, y este trayecto al contrario que el de Algeciras - Tánger, no sufrió retraso alguno. Cuando llegamos a Algeciras nos revisaron y abrieron alguna maleta de la moto pero todo rutinario pues nos dijeron que estaba todo bien y podíamos continuar el viaje.
 
El Ferry que nos llevaría a España

Unos se van y otros llegan
 
La vuelta a Talavera fue un poco dura porque el tiempo no nos acompañó, tuvimos tormentas, lluvia y frío pero como ya estamos acostumbrados lo tomamos con resignación, lo importante es que llegamos bien y muy contentos por la experiencia vivida.
 
Marruecos me ha parecido un país fascinante, en general la gente se desvive por el turista, aunque muchos también intentan aprovecharse de éste, aún así son muy hospitalarios. 
En las zonas rurales por las que hemos pasado la mayoría de los niños no tenían nada y sin embargo eran muy felices, me quedo con la alegría reflejada en sus grandes y expresivos ojos.
Con la policía no hemos tenido ningún problema, todo lo contrario, se han portado correctamente y velan en todo momento por la seguridad del viajero.
La diversidad del paisaje es alucinante, cada pocos kilómetros pasas de un bosque frondoso a una pista de tierra de color rojo o marrón claro como si estuvieras en la luna, verdes huertos en valles y casas de adobe, gargantas y cañones espectaculares, kasbas de película, dunas de arena dorada, acantilados  y playas, artesanía y arquitectura de gran valor y tradición, en resumen, un magnífico cocktail que hacen de Marruecos un país inolvidable, al que sin duda volveremos.
 
Espero que os haya gustado la crónica, nosotros disfrutamos mucho de este viaje.