viernes, 7 de marzo de 2014

Viaje al sur de Italia, costa francesa y Alpes marítimos (Año 2013)

Para este año habíamos previsto visitar la Selva Negra y Baviera en Alemania, pero en el último momento tuvimos que cancelar dicho destino debido a las intensas lluvias que estaban inundando la región y que nos iban a fastidiar el viaje, por eso decidimos recorrer la costa Amalfitana e ir bajando por el sur de Italia hasta llegar a Sicilia, pero no estábamos de suerte y por un contratiempo que más adelante comentaré, tuvimos que abandonar la idea de visitar la isla.  Lo bueno que tiene el no reservar e ir a la aventura (siempre y cuando no sea temporada alta) es que puedes modificar el viaje las veces que haga falta sin que ello suponga un gran trastorno y por eso volvimos a cambiar los planes y el rumbo.
Otra vez nos acompañaban Alexandra y Jesús, los cuatro nos complementamos la mar de bien.

Día 1 - Talavera de la Reina - Barcelona - Ferry Civitavecchia: 745 Kms.

Salimos por la mañana de Talavera y al mediodía ya habíamos pasado Zaragoza, el tiempo como siempre una mierda, el viento racheado te tiraba de la moto y el frío no nos abandonó hasta llegar a Barcelona.
Volvimos a Montserrat como ya hicimos el año que visitamos los Balcanes, pero esta vez para que Jesús y Alexandra lo conocieran, les gustó mucho y se llevaron muy buen recuerdo.


Mirador del Monasterio de Montserrat (Barcelona)




Una vez allí fuimos a sacar los billetes de Ferry y encontramos una oferta fantástica en camarote los cuatro y las motos viajaban gratis, por lo menos una recompensa después de la odisea. Como venimos haciendo habitualmente año tras año, nos metimos en una tienda para comprar vino, cerveza y comida y pasar una agradable estancia en el barco, pues una vez estás dentro las consumiciones son muy caras.

Esperando a embarcar

El barco iluminado por la noche justo antes de embarcar. La ilusión es enorme pensando en lo que te espera.

Ya en el barco disfrutando de un día soleado
Día 2: Puerto de Civitavecchia - Roma: 80 Kms.

La verdad es que este Ferry no se retrasa y funciona fenomenal,  porque a la hora prevista el barco atracó en el puerto y a las siete de la tarde estábamos rumbo a nuestro primer destino, Roma.
 
 
 
 Llegamos de noche porque nos entretuvimos por unas carreteras muy chulas, estrechas y rodeadas de un paisaje muy bonito, aunque el asfalto en mal estado. A eso de las diez de la noche llegamos al alojamiento y la chica no estaba, tuvimos que llamarla por teléfono porque nadie nos abría la puerta. La verdad es que nos llevamos un chasco al principio porque nos trataba de una forma distante y no se fiaba, nos pidió DNI, Pasaporte y comenzó a poner problemas con algunos datos de los DNI. Otra cosa que no nos gustó es que al guardar las motos en el garaje no podíamos sacarlas durante la estancia porque ella no se encontraba en el lugar y no nos dejaba las llaves, un tanto extraño y que nos enfadó bastante pero no nos íbamos a amargar ya el primer día de viaje. Lo bueno que tenía el B&B Sei A Roma Accommodation era su ubicación, pues teníamos la estación de tren a cinco minutos escasos andando y eso era muy cómodo, también lo era su precio, pues por 20€/ persona en habitación de 4 incluía el desayuno, aunque los graciosos de turno de otra habitación se lo comieran. En fin, calidad-precio no estaba mal pero la dueña tenía unas normas un tanto extrañas como ya he dicho, de todos modos, no lo recomiendo.
 
Día 3: Roma
 
Con nuestras motos a buen recaudo y desayunados a medias (otros clientes se comieron nuestros bollos) fuimos a coger el tren que nos dejaría en el centro de Roma. El centro histórico de la ciudad abarca uno 3 kilómetros aproximadamente, por tanto, es muy fácil recorrerla a pie.
La mañana era fresca para ser primeros de Junio y los nublados amenazaban lluvia, ésta no tardó en llegar.
Comenzamos visitando Plaza España y sorprendentemente no había nadie, las escaleras estaban vacías, sólo ocupadas por un pequeño grupo de turistas y por mí, un gran silencio reinaba en el entorno.
 
Plaza España
 


En esta plaza se han rodado numerosas películas y muchos de los modistos más conocidos del mundo han paseado sus diseños por su escalinata a modo de pasarela.

 

 
Continuamos callejeando por sus típicas calles estrechas salpicadas de casas en color naranja caldero repletas de jazmines y buganvillas blancas y fucsias, el resultado era fantástico, puro sabor italiano, de este modo llegamos a la Fontana di Trevi, madre mía, espectacular, de repente llegas a una pequeña plaza y la fuente está encajonada, no sé, la he visto infinidad de veces en fotos y películas pero al natural me sorprendió muchísimo, me encantó.

 
Fontana di Trevi

Seguimos viendo monumentos, plazas enormes y preciosas, todo era espectacular, Roma es un museo al aire libre, recordaba todo lo estudiado en Historia del Arte cuando cursaba COU y mira que ha pasado tiempo ya.....
Bueno, como os he dicho antes, el día pintaba mal por los nublados que anunciaban lluvia, pues ésta no tardó en llegar, comenzó a llover bastante y hasta tres o cuatro horas después no cesó, tuvimos que comprar unos chubasqueros porque nos estábamos poniendo hasta arriba de agua, desde luego es mala suerte.

Monumento a Víctor Manuel II

Foros Imperiales y Mercados de Trajano

Columna Trajano

Coliseo

Nos paramos a comer unos bocadillos junto al Coliseo porque parecía que estaba dejando de llover y la tarde la dedicamos a visitar la Plaza de San Pedro en el Vaticano. Las colas para visitar la catedral y la Capilla Sixtina eran interminables y la gente intentaba colarse por donde podía. El acceso a la catedral es gratuito pero para ver la Capilla Sixtina hay que pagar,  merece mucho la pena porque es alucinante.

Plaza de San Pedro del Vaticano

Baldaquino S.Pedro de Bernini
Salimos de la catedral y descansamos un rato en la Plaza que estaba muy animada, luego nos fuimos hacia el Castelo de San Angelo donde tomamos un refresco y disfrutamos de música en directo amenizada por un grupo de chicos que lo hacían bastante bien.



Avanzada la tarde nos pilló otra buena tormenta pero ya estábamos finalizando la visita, menudo día pasado por agua.
Fuimos caminando hasta la estación de tren y destrozados después de patear Roma todo el día llegamos al hotel, nos duchamos, salimos a cenar al restaurante más cercano, muy bueno, por cierto y nos acostamos nada más llegar porque no teníamos fuerzas ni para hablar.

Os dejo más fotos de Roma

Plaza de la Boca de la Verdad
Piazza Navona

 
La visita a Roma ha sido espectacular, me ha encantado, es una ciudad muy animada y el centro histórico está bastante accesible en cuanto a distancia. Para picar algo, lo de siempre, alejarse un poco del centro y encuentras lugares encantadores y a muy buen precio.

Días 4: Roma - Pompeya: 250 Kms.

Elegimos la carretera del interior para llegar hasta Pompeya y pasamos por pueblos pintorescos de casas encaramadas en lo alto de un monte con fachadas estrechas, desconchadas y de diferentes colores con la ropa tendida, puro sabor italiano.
Es increíble lo verde que es el interior, yo me lo imaginaba más seco pero hay mucha vegetación y está lleno de parques, en uno de ellos paramos a reponer fuerzas.

Pueblos del interior del sur de Italia


Según bajábamos más al sur y nos acercábamos a Nápoles, las zonas estaban peor cuidadas, las carreteras en mal estado y basura por todos lados. A la una de la tarde encontrábamos prostitutas a los lados de la carretera y salían de algunos caminos con hombres que parecían auténticos mafiosos, eso no nos gustó nada, lo vimos un poco abandonado de la mano de Dios y nos disgustamos un poco pensando que esta iba a ser la tónica del viaje.

Llegamos al mediodía y fuimos al alojamiento que habíamos buscado el día anterior. Se trataba de un pequeño hotelito familiar en el centro de Pompeya a unos diez minutos a pie de la ciudad arrasada en su día por el volcán. Estaba muy bien, habitaciones muy limpias, personal muy atento y un garaje debajo de casa donde dejábamos las motos. Se llamaba Piccolo Sogno y el precio era muy asequible para una habitación de cuatro personas. Ialia me estaba sorprendiendo en cuanto a coste de alojamiento porque años atrás visitamos el norte y el coste era mucho más elevado.
Por la tarde teníamos pensado visitar la ciudad de Pompeya, nos dijeron que necesitaríamos unas cuatro horas para ver todo el complejo, por tanto, la dedicamos exclusivamente a ello.

Os dejo unas curiosas fotos de la ciudad que fue enterrada completamente por el volcán Vesubio en el año 79 d.c y redescubierta en el año 1748 aproximadamente. Si decidís viajar a la costa Amalfitana, Pompeya y la subida al Vesubio es visita obligada.

Llegada a Pompeya

Entrada a Pompeya la ciudad arrasada por el Vesubio


Gracias a la capa de cenizas que cubrió todo,  la ciudad se mantuvo escondida y olvidada durante casi 17 siglos, fue redescubierta en el año 1748.








Nos encantó la visita a las ruinas, después paseamos por la ciudad, compramos algunos recuerdos y cenamos en un pintoresco restaurante. El día había salido redondo.

Día 5: Pompeya - Vesubio - Costa Amalfitana - Pompeya: 170 Kms.

El hotel nos gustó tanto que decidimos permanecer otro día más, puesto que era un buen punto de partida a excursiones como la preciosa Costa Amalfitana.
A primera hora de la mañana y con el cielo completamente cubierto fuimos a realizar la subida al  Vesubio, amenazaba tormenta pero queríamos verlo sí o sí.
Por unas estrechas y bacheadas pero bonitas carreteras ascendimos hasta llegar a un parking donde dejamos las motos y previo pago comenzamos la subida al Vesubio. El ascenso no es muy largo aunque la pendiente es pronunciada, pero vamos, no se hace muy dura, sobre todo si paras a descansar y disfrutas de las sobrecogedoras vistas de la bahía de Nápoles y si el día está claro puedes ver la maravillosa isla de Capri. Nosotros tuvimos suerte porque arriba estaba despejado y pudimos verlo todo muy bien.

Maravillosas vistas de la bahía de Nápoles desde el Parking

Subida al Vesubio


Cráter del Vesubio

El Vesubio está considerado uno de los volcanes más peligrosos del mundo, ya que en sus alrededores viven unos tres millones de personas y sus erupciones han sido violentas. Se trata de la zona volcánica más densamente poblada del mundo.

Vistas desde el Vesubio
 
 Al volver al parking para recoger las motos nos encontramos a un señor muy peculiar, era Australiano de unos 68 años que se había jubilado y se estaba recorriendo el mundo él solo. Estuvimos hablando un rato con él y nos contó que el punto de partida había sido Reino Unido donde compró una GS1200, bajó por Francia, España, parte de África y se recorrería el resto de Europa durante seis meses y luego marcharía a Asía, etc, etc, etc. Ese hombre estaba hecho de otra pasta desde luego.

Después de esta agradable conversación con el buen hombre cogimos las motos y nos dirigimos hacia la costa Amalfitana, como ya teníamos hambre paramos en un área de descanso a comer unos bocadillos y disfrutamos de unas espectaculares vistas al mar salpicado de pintorescos y preciosos pueblos.


La tarde la dedicamos a explorar los pueblos y lugares de mayor interés de la costa Amalfitana. El entorno es precioso y cada rincón bien merece ser fotografiado.

La carretera pasa serpenteando entre los pueblos y en algunos tramos vas literalmente pegado al mar.













De los pueblos que visitamos los que más me gustaron fueron Amalfi, Ravello y Positano. Desde Sorrento salen barcos para ver la preciosa isla de Capri.

 
Preciosas vistas desde el pueblo de Ravello
 
 
El precioso pueblo de Ravello se asienta sobre un acantilado y uno de sus principales atractivos son las maravillosas vistas a la costa y la belleza de sus jardines. 
El famoso Limoncello se elabora a partir de los limones que se cultivan en la costa Amalfitana, aunque no es típico sólo de esta localidad, se pueden ver las bancadas a modo de terrazas excavadas en la montaña y el olor que desprenden es delicioso.
Los limones son gigantes y tienen la piel más gruesa y rugosa que los normales. 
 
 
Seguimos recorriendo la costa por estrechas y serpenteantes carreteras desviándonos a bonitos pueblos del interior y saliendo a la par cuando queríamos ver los que estaban literalmente pegados al mar  y el siguiente pueblo que visitamos fue Amalfi, no tengo palabras para poder describirlo porque sencillamente, me encantó y creo que es uno de los pueblos más bonitos que he visitado hasta hoy.
 
 
Amalfi está repleto de rincones con mucho encanto. Sus callejuelas estrechas están salpicadas de pequeños restaurantes con sus manteles de cuadros al más puro estilo italiano.
El olor a orégano, tomate y otros manjares te abrían el apetito de inmediato. 
 
La preciosa catedral de Amalfi está situada en la Piazza Duomo
 
Continuamos la ruta hacia Positano, pero antes queríamos ver algo que anunciaban constantemente en unos carteles. Se trataba del Fiordo Furore y estaba de camino a este pueblo, si te descuidabas te lo pasabas, tuvimos que dar la vuelta.
 
 
Las vistas durante todo el recorrido son espectaculares.

 

La conocida playa del Fiordo Furore está considerada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 1997 y ha sido filmada en numerosas películas.

Desde la carretera, al fiordo se accede bajando por una escalinata estrecha pegada a la roca.
 
 
Positano fue el último pueblo que visitamos y cuando ya se nos hacía de noche decidimos volver bordeando la costa y disfrutando de sus bonitas vistas con todo iluminado, parecía de cuento.
 
Llegamos hechos polvo a Pompeya y aún teníamos que ducharnos y coger fuerzas para salir a cenar y trazar la ruta del día siguiente. Aquí nos encontramos un contratiempo, pues nuestra idea era ir bajando hasta llegar a Sicilia, pasar allí unos días y volver en ferry a Barcelona, pero la sorpresa fue ver que las tarifas habían cambiado y el coste del billete era elevadísimo, tras debatir, los cuatro decidimos que lo mejor era no seguir bajando, con lo cual cogimos el mapa y decidimos subir por la Toscana llegar a Florencia para que lo conocieran Alex y Jesús, pasar por Pisa, recorrer la costa de Génova, Riviera francesa, atravesar los Alpes Marítimos y finalizar en la ruta de los castillos cátaros de Francia, tampoco estaba mal. Así que, ni cortos ni perezosos cortamos por lo sano y nos dirigimos hacia Florencia.
 
Día 6: Pompeya - Florencia: 488 Kms.
 
La autovía que va de Nápoles a Florencia tiene un asfalto muy bueno y llegando a la región de la Toscana el paisaje se hace más agradable y se hace ameno el circular por ella.
Por la tarde llegamos a esta preciosa ciudad que nosotros ya conocíamos pero que no nos importaba volver a visitarla. Habíamos reservado un hotel en el centro y volvíamos a tener una magnífica suerte tanto con el precio como el confort y buen servicio. Me recordaba a los hoteles de viaje de fin de curso.
Dejamos las motos en el parking del hotel que estaba a un par de manzanas y salimos a pasear por la ciudad y visitar los sitios de mayor interés. 
 
Hermosas vistas de Florencia desde la Catedral.
Tanto el ascenso como el descenso se hace por una escalera muy estrecha sin apenas ventilación, si le añadimos el pánico de los que sufren tanto de vértigos como claustrofobia más la aglomeración de gente, se convierte en una odisea, es mejor mantener la calma y no perder el tipo porque lo puedes pasar realmente mal. 
Cuando llegas arriba es tal la cantidad de gente que hay que apenas puedes estar un rato disfrutando de las vistas, eso lo deberían gestionar mejor, pues sentí que había tirado el dinero.
Baptisterio


Duomo de Florencia

Fuente en la Plaza de la Signoria

Puente Vecchio
 
Paseamos por la ciudad cuando anochecía y el casco antiguo se animaba con los pequeños y coquetos restaurantes y pubs donde los italianos se lo pasaban en grande. Son bastante parecidos a nosotros en cuanto a carácter abierto y a la forma de expresarse (gestos y ademanes), de hecho, a los españoles nos confunden a menudo con los Italianos y viceversa.
Tomamos un delicioso helado y fuimos caminando hacia el hotel para recogernos que ya era hora después de todo el día en danza.
 
Día 7: Florencia - Pisa - Región de Liguria (Cinque-terre) - Casarza: 235 Kms.
 
Hemos estado tantas veces cerca de Pisa y nunca habíamos ido a ver la torre que ya era hora, no podíamos dejar pasar esta oportunidad. Llegamos a primera hora de la mañana y ya teníamos a los japoneses tirando miles de fotos y posando con la típica postura soportando el peso de la torre inclinada.
 

 
Recorrimos un mercadillo artesano que había en las cercanías, compramos algunos recuerdos y nos montamos en la moto para ir directos a la costa de Génova, más concretamente a la preciosa región de Liguria en la zona de la Spezia, conocida por sus preciosos pueblos de las Cinque Terre.
 
Nos metimos por unas carreteras del interior perdidas de la mano de Dios pero muy divertidas y solitarias, como a nosotros nos gustan.
Tanto el interior como la costa tienen mucho encanto. La región de Liguria bien merece unos días para ser recorrida. 
 
Las vistas desde la carretera que bordea la montaña son sobrecogedoras, ves las casitas construidas en bancadas a modo de terrazas y dando al mar.
El problema que tuvimos es que no todos los pueblos se comunican entre sí por carretera y tienes que dar mucha vuelta, algunos de ellos tienen prohibido la entrada de vehículos por la masificación en temporada alta y solo se puede acceder a pie, a pesar de ello, o más bien gracias a esto, no han perdido su encanto y desde luego bien merece la pena una visita.
En la época que nosotros lo visitamos, temporada baja, había llovido tanto que las estrechas carreteras estaban medio cortadas por derrumbamientos pero con la moto y llevando precaución pudimos pasar, no corrían la misma suerte los coches, pues tenían que darse la vuelta porque era imposible continuar.
Riomaggiore, Vernazza y Manarola son de los más bonitos junto con Portovenere aunque este no pertenezca a las Cinque Terre.
 
Para recorrer bien esta región, un buen alojamiento sería también en la Spezia, ya que las Cinque Terre y alrededores apenas disponen de hoteles y los pocos que hay son carísimos pues es una zona que está protegida.




Pueblo de Riomaggiore

 
La ruta que habíamos trazado para visitar la región de Liguria nos encantó y llegamos muy contentos a nuestro siguiente alojamiento en el pueblo de Casarza un buen punto de partida de excursiones si se quiere visitar esta preciosa región. Hay dos pueblos muy cerca de Casarza que son muy bonitos y también merece la pena conocerlos, se trata de Sestri Levanti y Portofino. Tienen un pequeño puerto y en las noches de verano iluminan el casco antiguo con bombillas blancas como se hacía antiguamente, la estampa es de cuento. Eso sí, en Portofino mucho cuidado y preguntad los precios antes de comprar nada, nosotros solo vimos, nada de comprar, para eso es mejor la vecina Sestri Levanti que nos gustó mucho más, aunque menos glamuroso.
 
Celebrándolo después de un día agotador pero muy bien aprovechado
 
Tengo que hacer mención especial al alojamiento de Casarza (B&B Villa Luisa), sencillamente espectacular, el trato de los dueños, la limpieza, el confort, sus desayunos, su precio, no podemos poner pega alguna, sino todo lo contrario, muy agradecidos porque nos hicieron sentir como en casa.
 
Día 8: Casarza - Riviera Francesa -  Alpes marítimos (Puget-Théniers): 310 Kms.
 
Con mucha pena abandonamos Casarza y Villa Luisa para pasar a Francia y disfrutar de su maravillosa costa.
El primer destino sería Mónaco-Montecarlo, paramos sólo por curiosidad, pues siempre lo vemos en TV como punto de referencia en lo que se refiere a glamour y buena vida.
Paseamos por sus impecables calles, pisamos el famoso circuito, visitamos el recargado pero precioso Casino, sus tiendas, el flamante puerto marítimo con sus gigantes yates y nos sentamos a ver pasar Ferraris, Porsches y otros deportivos que en mi vida había visto y que ni siquiera sé nombrar.
En fin, mucho lujo pero que a mí me pareció bastante superficial y artificial.
 



Casino

Vistas del circuito de Fórmula 1


Puerto Marítimo


 
Después de una rápida visita fuimos a por las motos que las dejamos aparcadas debajo de un árbol, el calor era horroroso y el traje de la moto se nos pegaba a la piel. Cuando llegamos a ellas se nos acercó un hombre y nos dijo de forma bromista "¿Dónde van esos españoles?" nos giramos los cuatro y comenzamos a hablar con él, nos contó que llevaba treinta años de taxista en Mónaco, él era catalán y ya se había jubilado y se había quedado a vivir allí. Le preguntamos para recorrer las corniches desde Mentón hasta Niza y él muy amablemente se fue a por su coche y nos puso en ruta. Comenzamos a subir por una carretera estrecha y de montaña y las vistas de Mónaco y la costa eran espectaculares, allí nos encontramos un mirador y aprovechamos para comer, previamente habíamos comprado en un Supermercado antes de entrar en Montecarlo, así que llevábamos comida para hacer un buen pic-nic, pues el día lo merecía.
 

 
Las corniches de la Riviera ofrecen unas maravillosas vistas a la costa, se sitúan entre Niza y Mentón, durante su recorrido podemos ver ruinas, pueblos pintorescos y villas fantásticas. En una de estas carreteras perdió la vida Grace Kelly, también se han rodado escenas de películas como Agente 007 entre otras.
 
Vistas desde la corniche media


Vistas desde la Gran corniche
  
Atravesamos Niza sin detenernos mucho porque había un tráfico espantoso y era la hora punta de salida del trabajo.
Fue pasar Niza y comenzar a subir por el interior y el paisaje cambia radicalmente, las carreteras con muy buen asfalto se vuelven estrechas con miles de curvas bordeando montañas, todo muy verde, vas encajonado entre gargantas, cascadas por doquier, disfrutamos muchísimo porque para nada esperábamos que a tan sólo cincuenta kilómetros de la costa pudiéramos encontrar esto. Debía haber habido una tormenta no hacía mucho porque el asfalto estaba mojado y el olor de los árboles y a la Naturaleza en general era maravilloso. Los colores parecían aún más vivos e intensos, de repente estabas en otro mundo y acababas de abandonar la costa. Como llevábamos tiempo de sobra hicimos una ruta hasta llegar al pueblo de Puget-Théniers y en el trayecto vimos granjas enormes y en alguna tenían bisontes, sí, bisontes.
 



Espectacular cascada. Esta fue la bienvenida que nos dieron los Alpes Marítimos, festín de curvas, paisajes de ensueño, lagos, puertos de montaña nevados, etc., etc. 

Bisontes


Divertidas carreteras entre túneles excavados en la roca

Preciosas vistas desde un mirador
 
Avanzada la tarde llegamos al bonito pueblo de Puget-Théniers, no habíamos reservado nada ni tampoco elegimos este pueblo como destino para alojarnos, simplemente nos pillaba de paso y probamos a buscar habitación, lo encontramos en el hotel Alize. El hotel era un poco antiguo pero estaba lleno de moteros y había buen ambiente. Salimos a dar una vuelta por el pueblo y a cenar unas pizzas.
 
Pueblo de Alpes Marítimos - Provenza, Puget-Théniers

 
 
Día 9: Puget-Théniers - Col de la Cayolle - Castellane: 152 Kms.
 
El día prometía pues teníamos pensado atravesar varios puertos de montaña y hacer la ruta de los  Grandes Alpes. Nos perdimos por unas carreteras que más que asfalto eran pistas, pistas estrechas, a un lado roca, al otro lado un precipicio que cortaba la respiración, eso sí, el paisaje espectacular, pasábamos por pueblos medievales perdidos de la mano de Dios y así nos fuimos dejando llevar durante toda la mañana embobados por todo lo que nos rodeaba.
 



Durante todo el trayecto sólo nos encontramos con dos moteros alemanes que estaban perdidos al igual que nosotros, eso sí, perdidos pero contentos porque el paisaje era muy bonito y sabíamos que tarde o temprano llegaríamos a la civilización. 
 
En estos lugares lo mejor es perderse y disfrutar.
Por una carretera perdidos por Dios sabe donde

Jesús y Alex en el Col de La Couillole
 El primer puerto que queríamos coronar era el Col de la Bonette pero tuvimos mala suerte, estaba cerrado por la nieve y tuvimos que dar media vuelta y conformarnos con el Col de la Cayolle que nos pareció precioso, también estaba con bastante nieve.
 
Maravillosas vistas desde el Col de la Cayolle


Col de la Cayolle en pleno Junio






Marmotas

Jesús y Alex alucinando con la variedad de paisajes

Bajamos el Col de la Cayolle y nos encontramos con un maravilloso prado con mesitas y un río de agua cristalina y gélida. Como somos muy previsores, poco después de salir de Puget-Théniers compramos en un mercado unos deliciosos ágapes para degustar por estos lares. Ni cortos ni perezosos aparcamos nuestras motos, sacamos la comida y nuestra buena botellita de vino, que luego si se tercia nos echamos un ratito la siesta.
 
El vinillo que no falte

Pic-nic en Alpes Marítimos de la Provenza (Francia)

Tiempo libre para gandulear
 
Después de un merecido descanso paramos a tomar un café en una bonita localidad cercana a Castellane, nos alojamos en un pequeño y pintoresco pueblo de los Altos Alpes.
 
 
 
Hicimos una ruta a pie por los alrededores y el paisaje era magnífico. Muy cerca se encontraba el espectacular Grand Canyon du Verdon 
 
La tarde la dedicamos a pasear por el pueblo y charlar con los lugareños tomando unas cervezas.
En esta zona el embutido, la miel y el paté son deliciosos.
 
Día 10: Castellane - Crest - Vic (España): 732 Kms.
 
Salimos por la mañana temprano y la temperatura era fresca, el cielo muy nublado hasta alejarnos de la zona de los Altos Alpes de la Provenza, luego la cosa fue cambiando a mejor y paramos a desayunar en un parque con unas mesas que parecía hecho a nuestra medida. Javi nos hizo unos deliciosos Crépes de Nutella y mermelada.
 
Los Altos Alpes de la Provenza te brindan un festín de curvas con buen asfalto rodeado de un paisaje sobrecogedor: Cañones, gargantas, cascadas, carreteras encajonadas entre moles de roca de una altura increíble, Naturaleza en estado puro. 
Lugar idílico para preparar una buena barbacoa.
 



Javi preparando Crepes para desayunar al aire libre

Bonitas vistas desayunando en un parque
 
Con el estómago lleno continuamos nuestra andadura hacia la ruta de los castillos cátaros, pasamos por un pueblo que nos llamó la atención y decidimos visitarlo. Crest es un bonito pueblo medieval en la región de Ródano-Alpes y su atracción principal es el castillo y el coqueto mercado que vende artesanía y productos típicos.
 
Llegada al pueblo de Crest (Francia) 

Subida al castillo

 
 
Salimos de Crest y comenzamos a hacer kilómetros por carreteras con miles de curvas y un paisaje frondoso y verde, muy bonito pero el GPS nos la había vuelto a liar, porque veíamos que estábamos dando muchas vueltas a lo tonto y eso no cundía nada y si le añadimos que comenzó a llover de una forma brutal ya se convertía en putada. La lluvia no cesaba y los kilómetros acumulados nos iban desgastando poco a poco, a la lluvia se unió la niebla y el frío, ya estábamos todos. Continuamos conduciendo y nuestra meta era llegar a una ciudad o pueblo medianamente grande para parar a comer, pero eso no ocurriría hasta dos o tres horas después, que se hicieron más largas que un día sin pan.
En Francia a las cuatro de la tarde es raro que tengas un restaurante abierto para comer y recuerdo que llovía intensamente y no encontrábamos sitios, finalmente vimos un Tailandés abierto y mojados hasta la ropa interior y con más frío y hambre que un perro chico los amables dueños del establecimiento nos hicieron pasar, yo creo que les dimos pena. Desde luego que la dábamos.
Según entrábamos al comedor íbamos dejando un reguero de agua que por poco le inundamos el local. La señora que nos atendió se deshacía en favores, como buena Tailandesa, su marido, francés, nos secaba la ropa en la calefacción. Al cabo de un rato se presenta con varias bandejas de comida y se nos hacía la boca agua, si nos hubieran puesto un gato, pues también nos lo hubiéramos comido.
Se portaron genial con nosotros, incluso nos invitaron a un chupito de hierbas, el cual aceptamos de buena gana para llevar el cuerpo caliente.
Nos contaron que cerraban el local y se marchaban a vivir a Tailandia porque el negocio no funcionaba muy bien del todo. Ojalá tengan suerte, les deseo lo mejor.
 


Que pena haber perdido su correo electrónico
para enviarles esta foto de recuerdo


La tónica del día y las previsiones para los siguientes era de lluvia y más lluvia en la región, por tanto, decidimos cancelar la ruta de los castillos cátaros y volver a España ese mismo día. Ya veis, no andamos con chiquitas, así que ni cortos ni perezosos con más pena que alegría pusimos nuestras motos rumbo a España. Nos estuvo lloviendo sin parar hasta Perpignan y a eso de las once de la noche llegamos a Vic donde nos alojaríamos en el hotel J. Balmes en el que muchas otras veces ya lo habíamos hecho. Justo al lado del hotel hay un pequeño bar donde te atienden fenomenal y la lasaña de verduras no te dejará indiferente.
 
Aquí acaba la crónica de un viaje muy variado y poco planeado por los contratiempos que iban surgiendo, en el que hemos conocido ciudades culturales como Roma, Florencia o Pisa, curiosidades como Pompeya o el Vesubio, pueblos inolvidables como los de la costa Amalfitana o Liguria con sus Cinque-Terre, el glamour y el lujo de la Riviera francesa o los paisajes espectaculares que te brindan los Alpes Marítimos o los Altos Alpes de la Provenza. Nos hemos quedado con las ganas de conocer la ruta de los castillos cátaros pero seguramente volvamos por este maravilloso país que es Francia, el cual, cuanto más lo conozco y visito más me gusta.
 
Espero que hayáis disfrutado con la crónica.
 
Hasta pronto.